viernes, mayo 30, 2025
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    Seguridad Privada en Crisis: entre el ajuste económico y la informalidad creciente

    En un contexto de inflación moderada pero con secuelas aún visibles del ajuste económico que marcó el final de 2023, la seguridad privada en la provincia del Chaco atraviesa una etapa de transición compleja. Así lo advierten Germán Spada y Martín Vera, presidente y secretario de la Cámara de Empresas Prestadoras de Servicios de Seguridad y Vigilancia Privada ante los micrófonos de Siga la Rosca, programa radial de Radio Gualamba. Ambos empresarios relatan una realidad sectorial atravesada por desafíos económicos, tensiones regulatorias y una creciente competencia informal que, aseguran, pone en riesgo tanto a las empresas formales como a la seguridad misma de la ciudadanía.

    Un 2023 “devastador” para las empresas de seguridad

    “El último semestre de 2023 fue muy difícil de sostener”, afirma Spada, señalando la combinación explosiva de escaladas salariales —necesarias por la pérdida del poder adquisitivo— y una inflación de costos que rozó el 20% mensual en algunos momentos. “Trabajamos con personas, con trabajadores que tienen que cubrir sus necesidades. Es lógico que los sueldos suban. El problema es que el cliente no siempre acompaña ese incremento en tiempo y forma”, explica.

    La ecuación, tal como la describen desde la Cámara, es asfixiante: las empresas deben pagar sueldos, cargas sociales e impuestos en tiempo y forma, pero los clientes —muchos de ellos también golpeados por la crisis— retrasan los pagos. “La empresa termina financiando al cliente, muchas veces para no perder el contrato. Eso genera un pasivo muy grande, que se vuelve insostenible”, detallan.

    A esa tensión se suma la presión tributaria. “ARCA (ex-AFIP) es implacable con los plazos. Muchas empresas vieron embargadas sus cuentas, lo que significa no poder disponer de fondos siquiera para pagar sueldos”, denuncia Spada. En contraste con otros sectores como salud o educación privada, que cuentan con exenciones o beneficios impositivos en algunos casos, la seguridad privada no recibe ningún alivio. “Pagamos igual o incluso más que otras actividades, pero con más restricciones”, remarcan.

    Luz al final del túnel: ¿previsibilidad después del caos?

    A pesar del panorama sombrío del año pasado, los empresarios encuentran en los últimos meses una tenue señal de mejora. “Lo que vemos ahora, tras la Ley Bases y las primeras medidas del Gobierno nacional, es una cierta previsibilidad”, comenta Spada. Aunque aclara que no hay entusiasmo desmedido ni garantismo político, sostiene que la baja de la inflación y la moderación en las paritarias brindan cierto “respiro”.

    Martín Vera coincide: “No importa si el presidente es Milei o cualquier otro. Lo que queremos los empresarios —y los argentinos en general— es que al presidente le vaya bien, porque si le va bien al presidente, le va bien al país”. Ambos remarcan que la previsibilidad, aún en una economía con desafíos estructurales, permite planificar el pago de sueldos y el cumplimiento de obligaciones.

    Tecnología, informalidad y una amenaza silenciosa

    Pero no todo se reduce a los números. El sector enfrenta además un proceso de transformación profunda: la irrupción de nuevas tecnologías y el avance de la informalidad.

    “La seguridad privada va a evolucionar como todo. La tecnología está cada vez más presente, pero no alcanza con poner cámaras o drones”, señala Spada. Si bien reconoce que nada supera a una máquina en capacidad de detección, subraya que “la disuasión requiere presencia humana”. En otras palabras: detectar una amenaza no es lo mismo que neutralizarla.

    Ese razonamiento se conecta con uno de los fenómenos más preocupantes del sector: la proliferación de serenos informales. “Con la crisis, cada vez más gente recurre a personas sin capacitación, sin alta temprana, sin control estatal, para cuidar sus casas o negocios”, alerta Vera. “Esa persona no está registrada, no tiene cobertura. Y si pasa algo —un disparo, una agresión— la responsabilidad puede recaer en los vecinos que lo contrataron, aunque no haya un contrato formal”.

    Según Vera, hay antecedentes en los que serenos utilizaron escribanos para dejar constancia de que trabajaban en determinado lugar, con el objetivo de luego iniciar acciones legales contra los vecinos. “En un caso, el sereno se descompensó y pidió ayuda a un vecino. Eso bastó como prueba de relación laboral. Con dos testigos se comprueba el vínculo y se genera una demanda laboral”, ilustra.

    La informalidad no solo pone en jaque la seguridad jurídica de los clientes, sino que además erosiona la actividad de las empresas legales. “Nosotros damos capacitaciones, pagamos impuestos, aportes, y garantizamos al cliente que no será responsable ante un incidente. Eso no lo hace la informalidad”, insiste Spada.

    Un llamado a la educación y a la responsabilidad social

    Ambos referentes del sector concluyen que la raíz del problema no es solo económica. “Todo problema en la Argentina, como decía Sarmiento, es un problema de educación”, reflexiona Vera. Reclama que desde la secundaria se enseñe a los jóvenes cuáles son sus derechos y obligaciones, tanto si serán empleados como si serán empleadores. “Hay una enorme falta de información en la sociedad sobre lo que implica contratar servicios formales y lo que arriesgan cuando no lo hacen”.

    En el mismo sentido, Spada llama a una mayor responsabilidad de todos los actores: el Estado, las empresas y los ciudadanos. “No puede ser que lo más barato sea siempre lo más inseguro. La seguridad privada no es un lujo, es una necesidad. Y debe estar regulada, profesionalizada y valorada como tal”.

    Mirando al futuro

    Aunque el horizonte no está despejado, hay una voluntad clara por parte del sector de adaptarse y resistir. La capacitación de personal, la incorporación de tecnología y la mejora en la relación con los clientes son algunos de los desafíos a encarar. Pero sin un marco estatal que acompañe y una sociedad que comprenda el valor de la seguridad formal, los riesgos seguirán latentes.

    “El crecimiento de la actividad, más que por la inseguridad, debería venir de la industrialización, de la radicación de empresas, del desarrollo económico. Solo así habrá trabajo genuino para todos, también para nosotros”, concluye Vera.

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